La reciente aparición en público del presidente ruso, Vladimir Putin, en la ciudad de Dagestán, donde se acercó a la conversar con la población, tendría el objetivo de recuperar la debilitada imagen que proyectó el hombre fuerte del Kremlin ante la rebelión militar del grupo Wagner.
El vertiginoso avance de los hombres de Yevgeny Prigotzhin hacia Moscú, sin apenas oposición de las Fuerzas Armadas rusas en su camino, dio la imagen de un vulnerable Putin, nada parecido al aguerrido y casi blindado ex agente de la KGB cazador de osos.
El presidente habló la tarde del sábado en Rusia, cuando ya Prigozhin había encarado a generales rusos y al gobierno hasta que en un insospechado giro, pidió a sus tropas que regresaran por donde vinierin.
Los hombres de Prigozhin salieron de Karkov vitoreados por los rusos, una acción preocupante para el Kremlin, que estaba temeroso de una protesta popular de la ciudadanía, ante los sacrificios que está provocando la guerra con Ucrania.
Ese mismo día, Putin había estado de visita en otra ciudad donde tuvo tiempo para platicar con el oficial que anda a cargo la maleta con el botón de la «maleta atómica».