Durante décadas, el reparto “La Campanera” fue una de las zonas tristemente más famosas de Soyapango por sus altos índices de violencia e inseguridad. Los grafitis que “decoraban” las casas no pasaban desapercibidos e indicaban quien mandaba en la zona.
Sus habitantes se acostumbraron a vivir bajo la sombra de quienes decían “cuidar” su territorio: los miembros de la pandilla 18.
Las oportunidades para quienes residían en esta zona eran limitadas, los niños y jóvenes parecían no tener futuro, a penas y podían ir a la escuela, siempre y cuando esta estuviera en zonas que “dominaba” la misma pandilla. Era más fácil que un menor tuviera en sus manos un arma que un libro.
Desde el 27 de marzo del 2022, la realidad para esta comunidad cambió. El régimen de excepción llegó a todo un país, sin dejar olvidado ningún rincón; con él, los terroristas que atemorizaban al reparto comenzaron poco a poco a desaparecer de las esquinas, tras ser capturados.
La tranquilidad y la verdadera libertad llegaron a La Campanera, las canchas donde “zumbaban” las balas y “brincaban” a los nuevos miembros de la pandilla, volvieron a tener vida. La colonia abrió nuevos comercios, olvidándose de la mal llamada renta. Las estampas en La Campanera, hoy, son niños corriendo, riendo y jugando hasta altas horas de la noche, algo que hace años era impensable.
El Salvador ha logrado acumular hasta el 16 de abril del 2023, 77 días sin homicidios, hay más de 66 mil pandilleros en las cárceles, cuatro mil de ellos ya pagan sus crímenes en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), todo gracias a las estrategias de seguridad que, si bien han sido criticadas por la minoría, mantienen complacido al 91 % de los salvadoreños.
Ahora, La Campanera es una colonia transitable, hasta sus habitantes son visitados por familiares, que antes jamás hubiesen siquiera pensado poner un pie en ella.
Lucia tiene más de 15 años de vivir en “La Campa” y asegura que el régimen y el cerco de seguridad le han “devuelto” la vida a la colonia, ahora ya no es estigmatiza al decir dónde vive.
“Antes uno decía que vivía en La Campanera y lo veían raro, ahora le preguntan por el cambio, es como dar testimonio de cómo las cosas si pueden cambiar para bien; las medidas han sido importantes para transformar nuestra realidad y la de los más chicos”, añadió.
Lucía tiene tres hermanos y está feliz de que ellos puedan ir por la calle y decir sin pena en donde residen.
El pasado 26 de marzo, el Gabinete Social llegó a esta colonia y compartió con los más chicos diversas actividades. Al final de la colonia se instaló la biblioteca y la bebeteca móvil, donde disfrutaron de actividades lúdicas, descubrieron la magia de la lectura a través de los cuentacuentos, y tuvieron atención de calidad; la primera infancia también recibió estimulación temprana.
Fueron 15 instituciones de Gobierno las que acercaron sus servicios a los pobladores del sector, realizaron jornadas médicas, el Fondo Social para la Vivienda, brindó información sobre líneas de crédito para adquirir casas recuperadas en la zona, el RNPN acercó los servicios de homologación de DUI y NIT. Hubo espacio para los productores, quienes llevaron el agromercado y ofrecieron sus productos a mejores precios.
La Campanera ya no tiene grafitis, esos símbolos fueron reemplazados por murales y versículos bíblicos. Una nueva historia para esa populosa colonia de Soyapango ha llegado y sus habitantes están felices con su reciente realidad.