La Iglesia Católica y los sacerdotes de Nicaragua continúan bajo al asedio del gobierno de Daniel Ortega, que ha enviado policías antimotines a residencias episcopales o templos para impedir el desarrollo de las actividades religiosas.
Uno de los últimos casos es el del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, quien cumple este miércoles 7 días encerrado en la curia ya que antimotines le impiden la salida y han acordonado el lugar.
Álvarez está acusado de incitar al desorden, cargos que los propios fieles han desechado alegando que se trata únicamente de una persecución a la fe.
“Lo que quieren es el exilio o detener al obispo como lo han hecho también con otros sacerdotes”, indicó el abogado defensor de derechos en Costa Rica, Carlos Guadamuz.
Medios de ese país reportan que los ciudadanos que acompañaron a los sacerdotes, y que están criticando la decisión de Ortega, están siendo citados para comparecer al sistema judicial.