Testigos falsos y violación al debido proceso en condena a Jesucristo

De acuerdo con las creencias de la religiones abrahámicas, todo los sucesos que rodearon la vida, pasión y muerte de Jesús de Nazareth respondieron a un plan divino, mediante el cual, el hijo de Dios redimió de sus pecados al mundo a través de su sacrificio en la cruz y todo este proceso hizo cumplir una profecía.
Los últimos días y horas de Jesús, previo a su crucifixión en la cruz, su martirio y resurrección han sido estudiados, analizados e interpretados por eruditos, especialistas y religiosos a través de la historia en las diferentes facetas de su vida, entre estas el tema de su proceso judicial que llevó a su condena y muerte.
El especialista Ignacio Burgoa Orihuela señala que, basándose en lo que relatan las escrituras consignadas en la Biblia sobre este trascendental hecho de la historia de la humanidad, el prendimiento (presuntamente ocurrido un jueves), el procesamiento y la condena a muerte de Cristo estuvo rodeada de violaciones al debido proceso de esa época.
La iglesia católica conmemora el Jueves Santo como el día en que Jesucristo celebró la última cena con sus apóstoles, les lavó los pies y fue apresado por órdenes del sanedrín ( autoridad judicial judía) en el huerto de Getsemaní o Monte de Los Olivos.
Para comenzar, Jesucristo fue capturado sin cargo alguno, pues hasta ese momento no existían testigos de que hubiese cometido delito de orden religioso, según el estudioso, y no fue hasta después de este hecho, que comenzaron a desfilar testigos falsos contra él
Orihuela destaca que Jesús fue acusado y procesado por el delito de sacrilegio (profanación de lo sagrado) que era castigado por la ley con la pena de muerte por crucifixión, pero que en esos acontecimientos fueron violados los principios de diurnidad y publicidad del proceso, que exigían las leyes judías de la época.
El sanedrín detuvo al mesías durante la noche y el proceso y sentencia también ocurrieron a esas horas en la casa del sacerdote del sanedrín, Anás, y fue interrogado también por Caifás en esas condiciones.
Por otra parte la ley establecía pena similar para falso testimonio y el sacerdote del sanedrín, Jesús de Nicodemo confirmó que declararon contra Cristo dos testigos falsos, pero estos no fueron castigados como establecía la norma.
Jesús enfrentó un segundo proceso refiere el autor, el cual consistió en su envío al gobernador romano de Judea, Poncio Pilato, por parte del sanedrín para que este ejecutase la sentencia de ejecución como señalaba la ley, pero este dijo que no encontraba delito alguno en Jesucristo y lo remitió al rey Herodes Antipas, quien luego lo devolvió a la autoridad romana.
Pilatos se vio presionado por el pueblo judío y el sanedrín para homologar y ejecutar sentencia y decidió la crucifixión de Jesucristo, pero no por el delito de sacrilegio, como exigía la acusación de los jueces judíos sino por «subversión contra el imperio romano», lo que era más bien un delito de índole político y no religioso,  destaca el experto jurista. Por ello, Pilatos ordenó que se le colocara en la cruz una tabla con las siglas I,N,R.I, que significan  Jesús de Nazareth, rey de los judíos.

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