¿Las chicharras son los testigos de la crucifixión de Jesús?

La cigarra o ‘chicharra’, como se le llama en El Salvador, es un insecto que ha originado un mito que tiene relación con la Semana Santa y directamente con la figura de Jesucristo. Una de las creencias populares muy difundidas en el país es que en su cabeza, la cigarra tiene tres ojos (en triángulo) colocados de tal forma que parecen los tres clavos de la cruz donde fue crucificado Jesús, y el canto es una especie de recordatorio por su muerte y resurrección.

Este tipo de mitos se ve alimentado por lo que muchos califican como extraña coincidencia de que las ‘chicharras’ nazcan precisamente cada año, previo a la celebración de la Semana Santa, que conmemora la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

Hay otro mito más extendido en que los creyentes afirman que algunos árboles “lloran sangre” conmemorado la crucifixión de Jesús, pero la ciencia relaciona este fenómeno con el excremento generado por las cigarras  cuando se posan y alimentan de árboles que contienen savia rojiza.

Pero también existen las respuestas relacionadas con la ciencia, sobre las  cigarras, cuyo ‘canto’ está asociado con verano y celebración religiosa en el imaginario de los salvadoreños y de muchos países católicos.

El entomólogo del Ministerio de Medio Ambiente, Marvin Salinas, sostiene en una publicación de la institución, que “marzo y abril son los meses ideales para que aparezcan las cigarras debido a las alta temperatura”.

Y precisamente, en latín el nombre de la bulliciosa cigarra o chicharra, es cicala, “que es sinónimo de verano y mucho calor”, destaca el agrónomo de la Universidad de El Salvador, Henríquez Martínez G, en un artículo sobre este insecto homeóptero, emparentado con la chinche, pero que es inofensivo para el ser humano.

“En la antigua Grecia, la cigarra era un animal mítico,  símbolo de calor y brillo del sol” y relacionada con una palabra que se asocia con “cantor o poeta”, señala el artículo de Martínez.

Medio Ambiente señala en su artículo que “en El Salvador, la especie que más abunda es la quesada gigas de la familia cicadidae, y su canto, que suele escucharse en el día y al anochecer, es un llamado para aparearse con la chicharra hembra” y agrega que “el tiempo de vida de este insecto en la superficie es corto, básicamente solo se reproducen y después mueren.

Y hay aquí otro dato curioso, como es el hecho de que aquello que nosotros identificamos como canto del macho para aparearse, es  en realidad un sonido que emite con el abdomen y no es la sonoridad la que atrae a la hembra sino que las vibraciones, porque esta última es sorda.

Pero el mito de que la cigarra sale de la tierra para recordar a Jesucristo sigue alimentándose, por el hecho de que pasada la Semana Santa, el sonido estridente de la chicharra se va desvaneciendo.

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