Cuando hace 66 millones de años, un asteroide chocó contra la Tierra, los terremotos sacudieron todo el globo, el aire de la atmósfera se volvió tan caliente que su intensidad era el equivalente a un horno encendido.
Luego de la hecatombe vino una especie de invierno de tres años donde las temperaturas se redujeron rápidamente y la fotosíntesis casi desapareció. Los poderosos dinosaurios vieron su fin tras ese destructor acontecimiento, pero no así unos seres muy pequeños y, en apariencia, mucho más débiles.
Según la revista Smithsonian, «La extinción masiva del final del Cretácico acabó con aproximadamente el 75 por ciento de las especies fósiles conocidas prácticamente de la noche a la mañana. No sólo se extinguieron todos los dinosaurios que no eran aves, sino que las extinciones masivas también diezmaron lagartos, mamíferos y varios otros organismos».
Sin embargo, a las ranas les fue mejor que al resto, sin importar los efectos colaterales de la colisión, como los incendios, cielos oscuros, lluvia ácida, el frío. Las ranas no parecen haber experimentado una extinción masiva hace 66 millones de años, destaca la Revista.
«La gran resistencia de las ranas a la última extinción masiva ha sido un misterio», relató el biólogo de la Academia China de Ciencias Anderson Feijó, a Smithsonian.
Feijó y los coautores de un nuevo estudio parecen tener la respuesta el porqué las ranas no fueron demasiado golpeadas por ese fenómeno: Las ranas que sobrevivieron al peor día de la Tierra tal vez no eran ni demasiado grandes ni demasiado pequeñas, pero tenían el tamaño justo.
Descubrieron Feijó y sus coautores que durante el Cretácico, la mayoría de las ranas eran de tamaño mediano (alrededor de tres pulgadas desde el hocico hasta la grupa) y no estaban en ninguno de los extremos.
Resulta que las ranas demasiado pequeñas se hidratan rápidamente, pero también pierden la hidratación de la misma forma en un ambiente cálido, en tanto que las ranas grandes pueden retener mayor tiempo el agua, pero necesitan más tiempo para rehidratarse.
Por el contrario, las ranas de tamaño mediano, tienen la ventaja de que pueden absorber agua de manera rápida y también retenerla por más tiempo. Y esa puede ser la diferencia entre la vida y la muerte durante un cataclismo.