Un enorme muro de concreto de 11 metros de altura y de 2.1 kilómetros de longitud, dotada de una cerca electrificada han hecho de esta megacárcel ubicada en el departamento de San Vicente una fortaleza inexpugnable de donde es imposible fugarse.
En ese lugar, los reclusos están distribuidos en ocho módulos. Estos cuentan con la capacidad para unos 40 mil reos.
Las condiciones de control de estos delincuentes son estrictas y sin ninguna concesión que vaya a poner en peligro la integridad de los elementos de la Policía, Ejército y Centros Penales.
Por ejemplo, los presos están monitoreados a través de un sistema de videovigilancia las 24 horas. Además, un pelotón antidisturbios de la Policía está permanentemente en el interior del CECOT.
Los reos terroristas no pueden salir de los módulos, pero se les garantizan los servicios básicos médicos, prédicas bíblicas, procesos judiciales, actividades físicas, entre otros.
El terreno donde está la cárcel tiene una extensión de 236 manzanas, de las cuales 34 están construidas.
En los pasados gobiernos las pandillas controlaban los penales, en el CECOT es distinto. Los pandilleros están sometidos y obligatoriamente tienen que cumplir los protocolos.
Aquí un batallón permanente de la Unidad de Mantenimiento del Orden Público de la PNC se encarga de dar seguridad en el traslado interno de los reos que son llevados con grilletes en pies y manos a la sala de audiencias y a quienes van a consulta médica.
Las celdas del CECOT tienen literas de metal de tres pisos donde duermes los pandilleros, sin sábanas mi almohada.
Estos reos tienen celdas de concreto, encerradas con gruesos barrotes de acero reforzado, por encima de cada celda hay plataformas de seguridad donde permanecen custodios que los vigilan todo el día, incluso de noche.
Las luces dentro de la cárcel nunca son apagadas, permanecen encendidas para mantener mayor control.