En medio de la tormenta tropical Julia, que ha causado serios daños en varios puntos del país, como también la muerte de al menos 10 salvadoreños en menos de 24 horas, miles de salvadoreños recuerdan el 10 de octubre de 1986, cuando un terremoto causó la muerte de más de 3,500 personas en el departamento de San Salvador, que fue donde se ubicó el epicentro.
En los recuentos gubernamentales, esa desgracia también dejó más de 10 mil personas lesionadas y aproximadamente 200 mil damnificados. Aunque se dice que ese sismo de 7.5 grados en la escala de Richter habría causado la muerte entre 3,500 a 5,600 personas, considerándolo más mortífero que los ocurridos en el 2001.
La desgracia ocurrió a las 11:49 de la mañana de un día viernes, sin que diera oportunidad a los capitalinos a que corrieran a ponerse a salvo y muchos edificios de antaño cayeron como castillo de naipes, como fue el caso del edificio Rubén Darío, donde había una serie de oficinas y negocios en la planta baja.
Del Rubén Darío se dieron por desaparecidas a 75 personas, y conforme ingresaban los topos (rescatistas) a la infraestructura del edificio, fueron apareciendo los cadáveres de hombres y mujeres, principalmente. Incluso, a una joven de Armenia, departamento de Sonsonate los paramédicos debieron amputarle una pierna tras quedar aplastada por una viga de concreto y de ello dependía salvar su vida.
El epicentro fue localizado en Los Planes de Renderos al Sur de la capital, con una profundidad de 5.4 kilómetros. De ahí que las ondas causaron daños graves en los barrios San Jacinto, Santa Anita, Candelaria y el reparto Santa Marta.
Ese día provocó que el bahareque mostrara su cara al sol, dado que la mayor parte de las viviendas que se desplomaron estaban construidas con esa caña como estructura y forradas las paredes con concreto o con una aleación de arcilla y concreto.
Otros edificios como el hotel Gran San Salvador, el edificio de la Cafetalera y otro conocido como Molina Civallero, se hundieron a nivel de la segunda planta. El Ministerio de Educación, la Biblioteca Nacional y el edificio de La Lotería Nacional quedaron inservibles.
Muchos de los edificios dañados por ese terremoto siguen en pie y tendrían que ser demolidos porque están con bandera roja, por lo que representan peligro para los transeúntes y para las personas que los habitan.