Lo que ahora conocemos como “El día de los inocentes” no era una celebración de bromas como la conocemos en la actualidad, la verdadera tradición no era tan divertida, sino, por el contrario tenía un origen cruel.
Lo que hay detrás es la historia de crueldad y muerte que nada tiene que ver con el humor, pero sí mucho con la inocencia de los niños muertos por orden de Herodes en Belén con tal de no dejar que Jesús se convirtiera en el rey de Israel, como lo habían predicho los Reyes Magos.
Para la Edad Media, la celebración del Día de los Inocentes se fue deformado y coincidía con un festival popular llamado «Fiesta de los Locos» en el que se elegía un papa u obispo de broma y en el que se parodiaban los rituales de la iglesia.
Las fiestas, que en su origen probablemente había sido una adaptación de la famosa Saturnalia del Imperio romano, se convirtieron en una «burla de la moral y el culto cristiano” que perduró hasta el siglo XVI pese a las sanciones de la Iglesia.