El Barcelona logró una victoria de prestigio que bien les puede valer salvar la temporada frente a un Atlético de Madrid que tiene en su debilidad defensiva su principal problema. El 4-2 final fortalece la idea de un Xavi que, continúa batallando, por llegar a un puesto de Champions League de forma directa, hoy por hoy lo logra al ser cuartos en la tabla.
La idea de Simeone, como visualizó Xavi en la jornada previa, fue clara: encerrarse atrás y esperar a algún desajuste defensivo del Barcelona. Tras un inicio en el que la batuta fue culé, apenas 8 minutos tardó Koke en ver cómo Luis Suárez se desmarcaba ante sus excompañeros. El uruguayo replicó a esa jugada con un enorme pase medido a Carrasco, que le comió la espalda a Piqué para batir a Ter Stegen.
La reacción del Barcelona no se hizo esperar. Adama Traoré aprovechó el error de Mario Hermoso por su banda, para meterse en el pico del área. La cesión a Dani Alves se hizo en paralelo a que Jordi Alba se colase por el otro lado y el centro se convirtió en un golazo: el lateral español enganchó una volea de las que salen una de cada 100 y marcó un tanto por toda la escuadra que celebró haciendo el gesto de «que hablen», por las críticas recibidas en los últimos encuentros.
Los atléticos se quejaron de una falta previa que el colegiado, Jesús Gil Manzano, no hizo ni amago de revisar en el var.
Con el marcador a favor, el Barcelona se hizo dueño y señor del balón mientras el Atlético intentaba no recibir más. Pero no pudo. Su vulnerabilidad defensiva quedó retratada